Reflexiones del PRI sobre las Escrituras | Martes de la primera semana de Adviento

Evangelio
Lucas 10, 21-24

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".

Reflexión del Evangelio en palabras de Monseñor Don Fischer

Es fascinante imaginar cómo sería para Jesús, como ser humano, tener al Espíritu Santo morando en él, saber que tenía el poder de sanar, transformar y enseñar. Y lo que él intenta hacer que sus discípulos comprendan es que este es un tiempo muy maravilloso y emocionante que él está iniciando en el mundo.

El tiempo de revelar la plenitud de quién es Dios. Y lo que les dice en privado a los discípulos es que ha habido tantas personas buscando la sabiduría de quién es Dios y nunca pudieron encontrarla ni descubrirla tan plenamente como ahora. Ahora que Cristo es Dios encarnado, y está revelando quién es Dios verdaderamente.

Oración final

Padre, vivimos en estos tiempos especiales. Tiempos de plena revelación de quién eres. Y para cualquiera de nosotros que sea consciente de la oferta de este regalo, depende de nosotros decir: sí, lo quiero, lo necesito. Anhelo verte tal como eres. Quita toda ceguera. Quita toda duda. Esa es nuestra oración. Y te pedimos esto en el nombre de Jesús. Amén.

Kyle Cross