Reflexiones del PRI sobre las Escrituras | Memoria de San Francisco Javier, presbítero

Evangelio
Mateo 15, 29-37

En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino". Los discípulos le preguntaron: "¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?" Ellos contestaron: "Siete, y unos cuantos pescados".

Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.

Reflexión del Evangelio en palabras de Monseñor Don Fischer

Sería imposible separar el poder sanador de Jesús de su ministerio. Tuvo que ser la experiencia más asombrosa ver a tantas personas sanadas, una tras otra, tras otra!

Y se dieron cuenta de que lo que esto intenta enseñarles es que hay una manera en la que debemos comprender la presencia de Dios en nuestra vida. Él no está aquí para decirnos en qué convertirnos o qué hacer. Está aquí para capacitarnos. Regalarnos su Espiritu. Alimentarnos con lo que necesitemos para encontrar plenitud en este mundo que Dios ha compartido con nosotros.

Es un regalo increíble y es importante que lo recordemos. Mantenerlo siempre en nuestra mente. Todo lo que hacemos es a través del regalo de la presencia de Dios en nosotros.

Oración final

Padre, nos has revelado a todos, a través de tu Hijo, el profundo anhelo que tienes por nuestra plenitud. Bendícenos con un despertar de este regalo y ayúdanos a confiar en él siempre. No es algo por lo que podamos trabajar, es algo que solo podemos recibir humildemente. Y te pedimos esto en el nombre de Jesús. Amén.

Kyle Cross