Del Instituto Pastoral de Reflexiones tenemos la meditación de las Escrituras | Memoria de San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Evangelio
Lucas 6, 43-49
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me dicen 'Señor, Señor', y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.
Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la
derribó y quedó completamente destruida''.
Reflexión del Evangelio en palabras de Monseñor Don Fischer
Puede que nos cueste darnos cuenta de que cualquier autenticidad que tengamos, cualquier poder para ser verdaderamente un agente transformador para los demás, debe estar integrado. Debemos saber quiénes somos. Debemos abrazar todo lo que nos rodea. De esa manera, podemos cambiar a las personas porque lo que producimos proviene de algo profundo en nuestro interior que es más que nosotros mismos.
Es el corazón el que habla, y el corazón es el hogar del Espíritu Santo en todos nosotros. Y cuando hablamos en su nombre, cuando hablamos con su verdad dentro de nosotros, hay gran fecundidad y todos somos alimentados.
Oración final
Padre, sabemos que estamos aquí para aprender y comprender. Y el conocimiento puede llevarnos hasta cierto punto, pero en última instancia, confiamos en este maravilloso Espíritu Santo que habita en nosotros. No solo nos enseña, sino que nos transforma en la verdad de la enseñanza. Y te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.